El patrimonio cultural es legado y memoria y, como comenta Palma, “para asegurar su permanencia es necesario realizar varias tareas: entre ellas la significación del patrimonio cultural y la difusión de sus contribuciones”. El proceso de identificar el patrimonio es un paso sine qua non para poder posteriormente dar a conocer su importancia para el disfrute de todos. 

Algunos proyectos tales como Memoria del Mundo, lanzado en 1992, han puesto en primer plano la importancia de la preservación del patrimonio documental mundial. Esta iniciativa se enfoca en los materiales resguardados en fondos de archivos y colecciones de bibliotecas. Para Memoria del Mundo, el patrimonio documental comprende los “documentos o grupos de documentos de valor significativo y duradero para una comunidad, una cultura, un país o para la humanidad en general”. Además de la importancia de preservar estos documentos, enfatizan la necesidad de proveer acceso a los mismos, ya que es a partir de conocer el patrimonio que la sociedad en general puede beneficiarse de su existencia. Una forma que se recomienda para esto es a través de la digitalización de los mismos, así como ofrecer catálogos e instrumentos de búsqueda para que puedan ser encontrados. De acuerdo a ABINIA las bibliotecas patrimoniales resguardan “documentos únicos e irremplazables, que permiten conocer el pensamiento y las ideas de otras épocas y culturas”. 

Esta tendencia hacia la digitalización de fondos patrimoniales documentales ha llevado a que muchas de las instituciones de la memoria, tales como archivos, bibliotecas y museos, realicen importantes esfuerzos para lograrlo.  Incluso, como argumenta Thysltrup han alcanzado el estatus de un imperativo moral y cultural. En las últimas dos décadas hemos sido testigos de un florecimiento de las iniciativas para promover la memoria y nuestro acceso a ella. La digitalización y puesta en línea de colecciones digitales ha sido fundamental, ya que promueve el acceso a un público más amplio, y a su vez, apoyar en la conservación, sobre todo cuando se trata de materiales delicados. 

México no ha sido la excepción, y en las últimas décadas se han desarrollado numerosas iniciativas de digitalización. Algunas destacadas y bien conocidas, como la Hemeroteca Nacional Digital de México (HNDM) y la Mediateca del INAH, pero también, han habido decenas de proyectos menos exhaustivos, pero que en su totalidad contribuyen a la construcción de un patrimonio bibliográfico y documental digitalizado. Sin embargo, muchos de estos proyectos se quedan en el anonimato o son conocidos solo por unos cuantos. En un estudio previo sobre la digitalización de fondos patrimoniales en México se destaca la poca difusión de las mismas.